Estudio de las tortugas marinas

Hoy os vamos a exponer el trabajo de fin de curso de nuestra gran alumna Iria Álvarez Rodríguez, una bióloga y conservacionista que tiene sus objetivos muy claros.

«Trabajar con fauna silvestre y poder ayudar en su conservación es mi objetivo. Como bióloga y conservacionista, me gustaría poner mi granito de arena para intentar conservar tanto las diferentes especies como el hábitat donde viven, y con los conocimientos que he adquirido en el curso de Auxiliar Técnico de Veterinaria, poder asaistir en centros de recuperación para poder rehabilitar a los animales que ingresen en él puedan volver al medio del que proceden«

Iria Álvarez Rodríguez

Tabla de contenidos

Trabajo de fin de curso

Estudio de las tortugas marinas (superfamilia chelonioidea): Biología y consideraciones clínicas

Resumen

Las tortugas marinas son un grupo de tortugas englobadas en una superfamilia (Chelonioidea) que se caracterizan por su vida en el medio marino. Debido a ello, adquirieron unas características que las diferencian del resto de tortugas y que les permitieron poder desarrollarse y vivir en este nuevo hábitat. En la actualidad, existen muchas amenazas que provocan la disminución de sus poblaciones, cuyo origen es principalmente humano. Entre estas causas encontramos desde el cambio climático a las diferentes artes de pesca que se practican en nuestros mares. Por ello, a la hora de intentar rehabilitar y volver a reintroducir aquellos ejemplares que necesiten asistencia veterinaria, es muy importante conocer su biología y las técnicas veterinarias que se pueden emplear para asegurar su correcta recuperación. En este trabajo se pretende abarcar tanto la biología que caracteriza a estas especies como nociones básicas veterinarias que se tendrían que tener en cuenta a la hora de intentar recuperar estos ejemplares, así como las patologías más frecuentes que pueden padecer, todo ello con el objetivo de saber cómo actuar si nos llegamos a encontrar con estos animales.

Palabras clave: superfamilia Chelonioidea, caparazón, migración, recuperación, poiquilotermos.

Abstract

Sea turtles are a group of turtles belonging to a superfamily (Chelonioidea) that are characterised by their life in the marine environment. As a result, they have acquired characteristics that differentiate them from other turtles and allow them to develop and live in this new habitat. At present, there are many threats that are causing the decline of their populations, mainly of human origin. These threats range from climate change to the different fishing methods used in our seas. Therefore, when trying to rehabilitate and reintroduce those specimens that need veterinary assistance, it is very important to know their biology and the veterinary techniques that can be used to ensure their correct recovery. This work aims to cover both the biology that characterises these species and basic veterinary notions that should be taken into account when trying to recover these specimens, as well as the most
common pathologies they may suffer from, all with the aim of knowing how to act if we come across these animals.

Keywords: Chelonioidea superfamily, carapace, migration, recovery, poikilotherms.

Tortugas marinas

Fuente gráfica: Freepik

Justificación

La elección de las tortugas marinas se debe a que es una especie que me despierta cierto interés, debido a que en la actualidad existen muchos programas de conservación sobre ella y en los que no descartaría participar o trabajar algún día, tanto en la parte de campo como clínica. Además, tengo cierta curiosidad por aquellos animales que no son mamíferos ya que la información que se tiene siempre es menor y, a veces, inexistente, por lo que ampliar conocimientos nunca está de más y es algo que me gusta.

Biología

Dentro del género “Pan” se encuentran Pan troglodytes (el chimpancé común, en el cual se centra este trabajo) y Pan paniscus (el bonobo). A su vez, dentro de Pan troglodytes existen cuatro subespecies: El chimpancé de África del este o chimpancé oriental (Pan troglodytes schweinfurthii), el chimpancé de África del oeste o chimpancé occidental (Pan troglodytes verus), elchimpancédeÁfricacentralochimpancécentral(Pantroglodytestroglodytes)yel chimpancé de Nigeria-Camerún (Pan troglodytes ellioti).

Aspectos generales y clasificación

Las tortugas marinas son un grupo de tortugas adaptadas a la vida en el medio marino. Al igual que el resto de reptiles, son animales poiquilotermos, con respiración pulmonar, piel con escamas córneas y escasas glándulas, la cual mudan (ecdisis), y se reproducen mediante fecundación interna con puesta de huevos en tierra firme. Sin embargo, característico del orden Testudines, que engloba todas las especies de tortugas, es la presencia de un caparazón, que las diferencia del resto de reptiles (Biton Porsmoguer, 2009; Castro, 2016).

Taxonómicamente, encontramos únicamente 7 especies de estos animales repartidos en todo el mundo, de los cuales 6 pertenecen a la familia Cheloniidae y 1 a la familia Dermochelyidae (Castro, 2016). Ambas familias se engloban en la superfamilia Chelonioidea, dentro del suborden Cryptodira, en las que se encuentran un total de 11 familias de testudines (la mayoría) que se caracterizan por la flexión de su cuello por dos puntos, dando lugar a una S vertical cuando esconden la cabeza debajo del caparazón (O’Malley et al., 2007).

Dentro de la familia Dermochelyidae clasificamos a la especie conocida como tortuga laúd, de cuero o baula (Dermochelys coriacea), mientras que en la familia Cheloniidae englobamos las siguientes especies: la tortuga boba, común o de caguama (Caretta caretta), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), la tortuga bastarda o de Kemp (Lepidochelys kempii), la tortuga olivácea o golfina (Lepidochelys olivacea), la tortuga verde (Chelonia mydas) y la tortuga plana (Natator depressus) (Castro, 2016). 

Entre todas estas especies encontramos características que son comunes a todas ellas, mientras que otras son únicas en cada especie. En las especies de la familia Cheloniidae se suele utilizar características clave como la forma de la mandíbula, el número de escamas prefrontales que tiene en la parte superior de las fosas nasales o el número y patrón que siguen los escudos de su caparazón (ver Figura 1, Anexo) (Girling & Raiti, 2019). La tortuga laúd es la más grande, mientras que la tortuga carey es la especie más pequeña (O’Malley et al., 2007). La clasificación desde nivel de filo se puede ver en las Tablas 1 y 2 según la familia en el Anexo, así como una imagen de cada una de las especies en las Figuras de la 2 a la 8.

Distribución y alimentación

Podemos encontrar especies de tortugas marinas en todos los océanos, con excepción del Ártico (Girling & Raiti, 2019), preferentemente en regiones tropicales o subtropicales, aunque algunas se pueden hallarse en aguas templadas. Más detalladamente, podemos encontrarlas en diferentes hábitats según la fase de desarrollo en la que se encuentren (Castro, 2016):

  • Hábitats de neonatos y juveniles tempranos: se corresponden con hábitats oceánicos, ya que tras nacer las crías que consiguen alcanzar son arrastradas por la corriente mar adentro.
  • Hábitats de juveniles tardíos: son áreas cercanas a la costa ya que estos animales vuelven en estas fases para alimentarse.
  • Hábitats de alimentación adulta: son aquellos en los que los adultos se alimentan una vez se reprodujeron y migraron hacia nuevos hábitats.
  • Hábitats de reproducción: son zonas muy próximas a las playas donde van a realizar la puesta sus huevos. Las hembras pueden encontrarse en estas zonas durante más tiempo debido a que pueden realizar distintas puestas durante la misma temporada.

El cambio de unos hábitats a otros suponen diferentes migraciones a lo largo del ciclo de vida del animal, por lo que necesitan orientarse para saber a dónde ir según la fase de desarrollo. Generalmente, se cree que las tortugas realizan estos desplazamientos orientándose mediante la inclinación y declinación del campo magnético (Girling & Raiti, 2019).No obstante, existen otras hipótesis, como que se orientan a través de señales que captan en las olas, corrientes, posición del sol, etc., que provoca que no esté del todo claro (Castro, 2016).

Con respecto a la alimentación, esta es muy variada dentro de las diferentes especies. Así, encontramos especies con dietas herbívoras, carnívoras u omnívoras la cual también puede variar dentro de la especie dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se encuentre. Las esponjas, medusas, moluscos, corales, peces y vegetales entre otros son frecuentemente consumidos por estos animales (Divers & Stahl, 2018). La gran variedad de alimentos consumidos por las diferentes especies hace que en cada una de ellas haya un aparato bucal y sistema digestivo adaptado según los alimentos que consumen (Biton Porsmoguer, 2009).

Ciclo de vida y reproducción

El ciclo de vida de las tortugas marinas engloba fases de alimentación, migración y reproducción que se van repitiendo a lo largo de la vida del animal (Castro, 2016). Son animales muy longevos y generalmente tardan en alcanzar la madurez sexual (Girling & Raiti, 2019).

Los ciclos de reproducción son diferentes en cada especie y vienen determinados por estados fisiológicos y cambios ambientales. Así, en algunas especies la frecuencia de reproducción es anual, mientras que en otras puede ser bianual e incluso trianual. Estos ciclos pueden no ser regulares, ya que dependen, como dije anteriormente, del estado del animal y el ambiente, aunque se sabe también que la edad del animal influye, siendo mucho más irregulares en aquellos ejemplares más jóvenes y más viejos (Biton Porsmoguer, 2009).

Durante la época reproductiva, que suele empezar en primavera y alargarse hasta el final del verano, tanto hembras como machos migran hasta las zonas de apareamiento, cercanas a la costa. Se sabe que las hembras siempre regresan a la playa donde nacieron para realizarlas, fenómeno conocido como filopatría. Tras el apareamiento, las hembras se van a tierra firma donde cavan un hueco en la arena con ambas aletas e introducen de 50-200 huevos según la especie. Una vez se produce, las tortugas vuelven al agua (Biton Porsmoguer, 2009; Castro, 2016).

Los huevos permanecerán en el nido de 8 a 10 semanas incubados por la temperatura de la arena. Esto es muy importante ya que el sexo de los ejemplares se determina por la temperatura de incubación y no por cromosomas sexuales, dando lugar a hembras cuando las temperaturas de incubación son inferiores a 30oC, y a machos cuando son más altas (Biton Porsmoguer, 2009; Castro, 2016).

La temperatura también determina el tiempo en el que tarde en eclosionar el huevo, siendo la óptima de entre 30-32ºC. Si estas no se alcanzan o se sobrepasan, aumenta la mortalidad de los huevos, fenómeno que ocurre también con la humedad ambiental, que debería de encontrarse alrededor del 14%. La incubación dura de 48 a 55 días, y finalmente se produce la eclosión de los huevos. Este proceso puede durar de 2 a 3 días, y las crías se ayudan de un dentículo que poseen en la parte superior de la boca, denominado carúncula del huevo, para abrir la cáscara. Una vez salen empiezan su carrera hacia el mar, generalmente de noche para evitar depredadores. Se supone que se orientan debido a la luminosidad del mar con respecto a la tierra, el sonido de las olas o la pendiente de la playa, pero todavía no se ha llegado a nada claro (Biton Porsmoguer, 2009).

Si consiguen llegar al agua, serán arrastradas por las corrientes hacia mar adentro. Se considera que pasan a etapa juvenil cuando se le acaban las reservas alimenticias del saco vitelino; a fase preadulta cuando se inician los signos externos sexuales y aparecen externamente; y a fase adulta cuando adquieren cierta talla y alcanzan la madurez sexual, proceso que puede ocurrir desde los 10 años hasta los 40. En todas estas etapas se producirán cambios morfológicos y de comportamiento, lo que conlleva a las consecuentes migraciones que ocurren en su ciclo de vida (Biton Porsmoguer, 2009; Castro, 2016).

Comportamiento

Las tortugas marinas son animales solitarios, por lo que la mayor parte de su vida la pasan en soledad. Únicamente se suelen juntar formando grupos durante la época de apareamiento o a veces las hembras forman grupos denominados flotillas (Biton Porsmoguer, 2009)

A diferencia del resto de tortugas, muy pocas especies de tortugas marinas hibernan, ya que hacen frente generalmente antes de este proceso prefieren migrar a zonas con temperaturas más cálidas del agua (Hochscheid et al., 2005).

Debido a que son animales poiquilotermos, esto hará que migren hacia zonas más cálidas. Otros comportamientos que se caracterizan por intentar mantener sus cuerpos a ciertas temperaturas son dejarse llevar a la deriva por las corrientes, sobre todo los días soleados, exponerse al sol en playas aisladas, o enterrarse en el lodo durante periodos de mal tiempo. Esto último no se considera hibernación, sino como un mecanismo adaptativo a sus necesidades biológicas (Biton Porsmoguer, 2009).

Datos de interés

En la actualidad, existen muchos factores que amenazan las poblaciones de tortugas marinas en todo el mundo. Entre ellas nos encontramos el calentamiento global, la contaminación de los océanos, las artes de pesca no selectivas, etc., que afectan tanto de forma directa a estos animales (ciclo reproductor, determinación del sexo, etc.) como al hábitat donde viven (Merchán et al., 2010).

Consecuente a ello, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN, nos encontramos con que (IUCN, 2023):

  • Las especies de tortuga carey y de Kemp se encuentran en peligro crítico de extinción (CR).
  • La tortuga verde se encuentra en peligro de extinción (EN).
  • Las especies de tortuga boba, tortuga olivácea y tortuga laúd se encuentran en la categoría de vulnerable (VU).
  • La tortuga plana carece de datos suficientes para su clasificación (DD).

En base a esto, actualmente las tortugas marinas están cada vez más en el punto de mira de muchos programas de conservación en todo el mundo que han ayudado a que algunas poblaciones comiencen a recuperarse. Sin embargo, las amenazas siguen existiendo y algunas como el cambio climático son totalmente impredecibles (Castro, 2016).

Con respecto al CITES, todas las especies se encuentran incluidas en el apéndice I, en donde se incluyen especies amenazadas de extinción y cuyo comercio sólo se permite bajo circunstancias excepcionales (CITES, 2023).

Particularidades anatómicas

Caparazón y extremidades

Como incidí anteriormente, una de las características exclusivas del orden Testudines es la presencia de un caparazón. Este está formado por huesos dérmicos derivados de la modificación y fusión de las costillas, vértebras, y las cinturas de los miembros torácicos y pélvicos, y recubriendo estos huesos se encuentra escamas epidérmicas queratinizadas denominadas escudos. Estas escamas no se corresponden a los huesos subyacentes, característica que aumenta la fortaleza y protección del caparazón (O’Malley et al., 2007). De manera externa distinguimos una parte dorsal, denominada espaldar, y una parte ventral denominada plastrón o peto, ambas partes unidas por los puentes. Además, se distinguen 2 aberturas, una en la parte craneal denominada abertura axilar, por donde salen la cabeza y extremidades anteriores, y otra en la parte caudal denominada abertura inguinal por donde salen las extremidades posteriores y la cola. (Biton Porsmoguer, 2009; O’Malley et al., 2007).

A diferencia del resto de tortugas, los caparazones de las tortugas marinas son más aplanados y blandos para ser más hidrodinámicos (O’Malley et al., 2007). El caparazón de las especies de la familia Cheloniidae es morfológicamente igual al explicado anteriormente. Sin embargo, en el caso de la tortuga laúd, su caparazón es aún más blando ya que tiene una capa de grasa sobre las costillas y vértebras, recubierta dorsalmente por una piel cerosa y osículos dérmicos incrustados. También posee unas crestas longitudinales a lo largo del caparazón que les permiten realizar inmersiones profundas sin que el caparazón colapse (Girling & Raiti, 2019.).

Con respecto a las extremidades, los huesos metacarpianos y metatarsianos y las falanges son más alargados, dando lugar a una estructura más parecida a una aleta y mejor adaptadas a la natación. Las aletas delanteras tienen una forma de remo, que les permite propulsarse mejor en el agua, mientras que las traseras las usan como timón. Ambas las usan para la excavación del nido (O’Malley et al., 2007).

Sistema digestivo

Referente al sistema digestivo, estos animales carecen de dientes, aunque algunas especies herbívoras tienen una hilera de crestas duras situadas en el paladar que les ayuda a masticar y cortar mejor el alimento (O’Malley et al., 2007).

El esófago de estos animales tiene la particularidad de presentar una serie de papilas queratinizadas afiladas que les sirven para evitar tanto que sus presas se escapen mientras expulsan el exceso de agua como disminuir el daño que les puedan provocar aquellas que sean más abrasivas (como cangrejos, medusas, etc.). Esto es importante debido que añade dificultad a la hora de realizar una endoscopia o poner una sonda esofágica o gástrica (Girling & Raiti, 2019).

Además, en las tortugas verdes existen unas modificaciones en su digestivo que no se hallan en las demás especies. Concretamente, presentan un esfínter muscular al final del íleon y un ensanchamiento en el extremo proximal del colon que tiene función de ciego, donde se encuentra una microflora que se encarga de degradar el material vegetal ingerido por estos animales, ya que esta es una especie herbívora. Esta especie es más susceptible de padecer trastornos gastrointestinales que el resto de especies con alimentación más carnívora (Girling & Raiti, 2019).

Sistema respiratorio

La capacidad que tienen de desencadenar el reflejo de inmersión y hacer uso de una respiración anaerobia complican el uso de la anestesia inhalatoria cuando no se usan antes preanestésicos inyectables, como veremos más tarde. Relacionado con esto, son los animales que presentan los niveles más altos de bicarbonato (HCO3) en sangre de todos los vertebrados, compuesto que emplean como tampón para hacer frente a los altos niveles de ácido láctico como consecuencia del metabolismo anaeróbico. (O’Malley et al., 2007).

Son animales que respiran de forma obligada por las narinas, por lo que si hay respiración por la boca puede ser indicativo de que hay una patología a nivel respiratorio (Divers & Stahl, 2018). La glotis se localiza en la base de la lengua. La tráquea de estos animales es corta y los anillos cartilaginosos que la forman son cerrados, por lo que a la hora de intubar se deben emplear tubos sin manguito y hacerlo con cuidado de no introducir el tubo en los bronquios (Divers & Stahl, 2018; Girling & Raiti, 2019). La tráquea se bifurca en dos bronquios que desembocan directamente en los pulmones, que son multicamerales. Esta bifurcación y los anillos traqueales cerrados permiten que la tortuga siga respirando cuando esconde la cabeza (Divers & Stahl, 2018). Los pulmones no se están rodeados por una cavidad pleural y se encuentran separados de las vísceras de la parte ventral por un tabique no muscular que no participa en la respiración, por lo que no se considera como un diafragma. Debido a la falta de este junto al grande volumen pulmonar y la ausencia de un transporte ciliar en los bronquios hacen que estos animales no puedan toser, por lo que el desarrollo de neumonías es muy habitual y peligroso (Divers & Stahl, 2018; O’Malley et al., 2007).

La ventilación se produce por la acción de cuatro grupos de músculos muy potentes debido a que la presencia de caparazón y la ausencia de diafragma hacen que no puedan expandir su caja torácica. Cuando están en el agua, se ayudan de la presión hidrostática de esta para poder respirar (O’Malley et al., 2007).

Sistema urinario

Los riñones son grandes, aplanados y lobulados, y se encuentran en posición anterior al acetábulo (Divers & Stahl, 2018; O’Malley et al., 2007). No concentran la orina, son metanefríticos, y excretan amoniaco o urea (Divers & Stahl, 2018). Presentan vejigas pequeñas pero con paredes gruesas, en donde pueden reabsorber el agua para concentrar aún más la orina. Esto también puede ocurrir en la cloaca y en el colon (Divers & Stahl, 20189.

Sus glándulas lacrimales se encuentran modificadas en glándulas de la sal, las cuales les permiten excretar el exceso de sales. Se activan en respuesta a la hipermatremia. Es importante tener en cuenta que los baños de agua dulce que se realizan en la fase inicial de la rehabilitación para eliminar epibiontes e hidratar al animal no pueden sobrepasar las 24 horas, ya que esta glándula puede perder su función. Tras estos baños se debería aumentar la salinidad poco a poco para permitir que esta glándula se vaya adaptando (Girling & Raiti, 2019).

Sistema circulatorio

El corazón de estos animales es tricameral, formado por dos aurículas y un ventrículo, precedido de un seno venoso. El ventrículo se divide en tres cavidades (cavum venosum, cavum arteriosum y cavum pulmonale) separadas por crestas musculares, que permiten separar la sangre oxigenada de la no oxigenada aunque no de forma completa. Durante el proceso de apnea son capaces de dirigir las crestas musculares para evitar enviar el flujo de sangre hacia los pulmones, proceso a tener en cuenta como bien dije anteriormente en el empleo de la anestesia inhalatoria, ya que esto puede provocar tanto que la inducción como la recuperación de la anestesia sean mucho más lentas (Divers & Stahl, 2018; O’Malley et al., 2007). 

Como en todos los reptiles presentan el sistema porta renal, que dirige el flujo sanguíneo que retorna de las extremidades posteriores al riñón antes de ir al corazón. Por ello, aunque actualmente se sabe que apenas tiene importancia en la administración de fármacos, es importante conocer aquellos que puedan ser dañinos para el riñón (O’Malley et al., 2007).

El sistema linfático está muy relacionado con el sanguíneo, por lo que hay que tener cuidado a la hora de extraer sangre ya que pueden darse casos de linfodilución (O’Malley et al., 2007).

Sistema reproductivo

Las gónadas tanto de hembras como de los machos están situadas junto a los riñones. Los machos presentan un pene con función única reproductiva, que se forma a partir de la modificación de la parte ventral del proctodeo y es retráctil gracias a un músculo retractor (Divers & Stahl, 2018; O’Malley et al., 2007).

Son animales con fecundación interna y ovíparos, cuyos huevos están formados por una cáscara apergaminada, flexible y blanda que permite la absorción o expulsión de agua. Como indiqué en el apartado de ciclo de vida y reproducción (2.3), el sexo viene determinado por la temperatura y el ciclo reproductivo depende de la especie. A la hora de la cópula, los machos suelen emitir sonidos (O’Malley et al., 2007).

En todas las especies existe dimorfismo sexual, aunque este se ve más claro cuando los ejemplares ya son maduros sexualmente. Podemos encontrarnos diferentes características que nos sirven para diferenciar entre ambos sexos, pero el tamaño de la cola y la forma del caparazón son las que más se emplean. Los machos tienen colas más largas y gruesas, y muestra un plastrón cóncavo con una muesca anal más estrecha y profunda. Por otro lado, la cola de las hembras es más corta y tienen un plastrón plano con la muesca anal más ancha y menos profunda. Si tenemos ejemplares que aún no maduraron sexualmente, se suele realizar una endoscopia (Divers & Stahl, 2018).

Órganos de los sentidos

La vista en estos animales está muy desarrollada y tienen capacidad de ver colores. Presenta huesecillos esclerales y tercer párpado pero carecen de conductos nasolagrimales. Su iris es voluntario por lo que la valoración del reflejo pupilar no se puede realizar en estos animales. Además de la visión, el sentido del olfato también se encuentra muy desarrollado. Presentan órgano de Jacobson pero este se corresponde con un área del epitelio olfativo (O’Malley et  i, 2007).

Por otro lado, su capacidad auditiva es escasa. No presentan oído externo, y debido a que la cavidad del oído medio y la columela son grandes tienen una mayor facilidad a que se creen abcesos (O’Malley et  i, 2007).

Termorregulación

Generalmente, las temperaturas óptimas de estos animales son aquellas superiores a los 20ºC e inferiores a los 35oC. Por debajo de los 15ºC, disminuyen su actividad; por debajo de los 10oC dejan de alimentarse; y por debajo de los 5-6ºC podrían morir. Por otro lado, temperaturas superiores a los 35ºC provocan lasitud, y en tiempos prolongados a 40oC morirían. Las bajadas bruscas de temperatura también podrían suponer la muerte en estos animales. Es importante destacar que estos rangos varían según el tipo de especie y el estado de desarrollo del individuo (Biton Porsmoguer, 2009).

Consideraciones clínicas

Manejo y transporte

Para el manejo de estos animales, lo primero que se intenta evitar es tanto que el animal sufra el menor estrés y lesiones posibles como que las personas que las manipulen sufran algún daño (Merchán et al., 2010). Generalmente no son agresivas y tienen un limitado rango de movimiento, pero la presencia de un pico con una potente mordedura o la fuerza que ejercen con las aletas sobre todo aquellas de mayor tamaño puede suponer un peligro hacia el manipulador (Divers & Stahl, 2018; Merchán et al., 2010).

El manejo varía según el tamaño del animal. Cuando este es pequeño, puede ser manipulado por una única persona, colocando un antebrazo detrás de las aletas delanteras, sosteniendo con él el animal desde el plastrón, y con el otro brazo se sujeta el borde caudal del caparazón, controlando los movimientos bruscos que pueda llegar a hacer. Si son individuos más grandes, se necesitan dos personas. Una de ellas se encargaría de sujetar al animal de la misma manera que indiqué anteriormente, mientras que la otra ayudaría a sostener parte del peso introduciendo sus antebrazos bajo el plastrón del animal. Si no existen fracturas o fisuras en el caparazón y la manipulación va a ser rápida, podemos sujetar al animal con ambas manos por los bordes laterales o anterior y posterior (Merchán et al., 2010).

Nunca se debería manipular al animal únicamente por sus extremidades, ya que estas son muy laxas y se producen lesiones fácilmente, y tampoco se deberían de poner en decúbito supino con excepción de necesidad veterinaria ya que al carecer de diafragma, las vísceras comprimirían los pulmones reduciendo su capacidad respiratoria (Merchán et al., 2010).

Para su transporte, aquellos más simples pueden llevarse a cabo por el propio individuo que lo maneja o con diferentes materiales como una red de carga, camilla, lona, etc., que sean seguros e impidan el movimiento de sus aletas (Bluvias, 2008) (ver Figuras 9 y 10, Anexo). Las camillas y lonas se suelen emplear en aquellos casos en los que existen fracturas en el caparazón (Divers & Stahl, 2018). Para transportes más largos se suelen utilizar cajas apropiadas para cada animal, con un nivel de agua adecuado para que el animal esté tranquilo, y que no llegue al nivel de las narinas en el caso de aquellos que se encuentren más débiles. En aquellos casos que se necesite hacer una inmovilización del animal, se sujetan las aletas delanteras cerca de los hombros, o incluso se pueden sujetar las aletas al propio caparazón (Bluvias, 2008; Merchán et al., 2010).

La temperatura ideal a la cual deberíamos mantener a las tortugas durante su transporte se encuentra entre los 21 y 27oC, con excepción de aquellas tortugas aturdidas por el frío. En este caso las deberíamos de mantener a una temperatura cercana a la que la encontramos o empezar un proceso de recalentamiento muy lento. Cuando se necesite aportar humedad, se puede poner una toalla húmeda a 24oC sobre el animal o utilizar lubricantes. Los ojos se deben de proteger durante transportes largos con geles oftálmicos (Divers & Stahl, 2018).

Diagnóstico

El procedimiento a seguir consta de una serie de pruebas en las que se engloban exploraciones físicas, hematológicas, radiológicas, citológicas e histológicas, endoscopias y pruebas de imagen para ayudarnos a determinar el estado del animal y su posible tratamiento. Todo ello se compara en base a los parámetros normales establecidos para cada especie (Divers & Stahl, 2018; Merchán et al., 2010)

Vías de administración

Dependiendo del objetivo, se suelen emplear diferentes vías de administración. La vía oral se utiliza para administrar medicamentos en forma de pastillas, cápsulas o líquidos, o para la administración de papillas en animales anoréxicos. Para estos dos últimos se realizan intubaciones gástricas en las cuales se emplean tubos flexibles para alimentación de perros con el final romo y lubricado. La tortuga se mantiene en un plano inclinado (aproximadamente de 45o), con la boca más lata que el estómago y abierta por un abrebocas. Se introduce el tubo purgado, teniendo en cuenta que su esófago hace una curva hacia la izquierda antes de terminar en el estómago, y una vez en este se introduce la papilla o medicamento. Tras la administración se extuba, se quita el abrebocas y se mantiene durante unos 10-15 min en plano inclinado para evitar regurgitaciones. Las pastillas y cápsulas se introducen ocultas en su dieta (Merchán et al., 2010).

Para la administración intramuscular se suelen emplear el tríceps y el ilio-tibial (Merchán et al., 2010) mientras que para la intravenosa se suelen utilizar la vena yugular derecha, la coccígea dorsal o el seno occipital dorsal. También se utilizan estas para extraer sangre, pero hay que tener en cuenta que pueden producirse linfodilución (ver Figuras 11 y 12, Anexo) (Divers & Stahl, 2018).

Para la colocación de catéteres intravenosos, se suelen utilizar las venas yugular derecha y cefálica (esta última con ayuda de una guía por ultrasonidos), aunque también suelen colocarse catéteres intraóseos en el húmero y en el fémur en aquellos animales más pequeños (Divers & Stahl, 2018).

La vía subcutánea se emplea para determinados fármacos y para colocar microchips, ya que para la administración de fluidos se emplean otras vías más eficientes, como la intravenosa o la intracelómica cuando existe vasoconstricción periférica (Merchán et al., 2010).

Anestesia general

Del mismo modo que en cualquier animal, antes de realizar un procedimiento que requiera una inducción anestésica se debe de realizar una evaluación preoperatoria completa y un plano anestésico. Además, junto a esto sería ideal calentar e hidratar al animal antes de este procedimiento (Wyneken et al., 2006).

Debido a sus características biológicas, son animales con capacidad de vomitar, por lo que tienen que realizar un ayuno de al menos 24 horas, y son poiquilotermos, por lo que durante la anestesia se deberían de mantener en un rango de temperatura óptima, monitorizándola a través de una sonda gástrica o cloacal (Doneley et al., 2018).

Generalmente hay un proceso preanestésico, sobre todo en aquellos procedimientos más dolorosos e invasivos. Se suelen emplear opioides o benzodiacepinas como Midalozam combinadas con anestésicos disociativos y agentes bloqueantes neuromusculares (Doneley et al., 2018). Para la inducción anestésica se suelen emplear por vía intravenosa propofol, alfaxolona, o ketamina en combinación con un alfa-2 adrenérgico como la dexmedetomidina (Perpiñán, 2017).

Tras la inducción anestésica, se pulveriza con un anestésico local la glotis y se intuba, y posteriormente se mantiene con anestesia inhalatoria (isofluorano al 2-2,5%), monitorizando sus constantes para evitar complicaciones. La frecuencia cardíaca se mide con un sensor Doppler, que se coloca entre el cuello y el miembro anterior, dirigido hacia el corazón. La capnografía, oximetría de pulso y el análisis de gases en sangre no son muy fiables ya que no se saben exactamente cuáles serían los valores correctos, por lo que se usa de manera orientativa (Perpiñán, 2017).

Cuando tengamos ejemplares con un peso menor de 5kg, el sistema de tubos del equipo anestésico debería de ser abiertos, mientras que en individuos mayores a este peso debería de haber una recirculación (Doneley et al., 2018).

Se recomienda quitar la anestesia inhalatoria antes de terminar el procedimiento y una vez terminado comenzar a disminuir la ventilación y cambiar por oxígeno ambiental, ya que se vio que ayuda a disminuir el tiempo de recuperación. También en este periodo es importante la analgesia, en los que el analgésico más empleado es el tramadol (Perpiñán, 2017).

Instalaciones de rehabilitación

Las tortugas se mantendrán en tanques con un nivel suficiente de agua con la que puedan llegar a estar sumergidas y con algún sitio que les permita esconderse para disminuir el estrés. Preferiblemente deberían ser tanques individualizados para evitar que se produzcan contagios. Es recomendable que el agua sea salada y natural, de buena calidad, que se encuentre en recirculación y se mantenga en torno a temperaturas de 20-28oC, nunca sobrepasando estos valores. En aquellos ejemplares que sufren deshidratación, se mantendrán en tanques con agua dulce durante 24 horas y posteriormente se les iré subiendo la salinidad del agua progresivamente (Bluvias, 2008; Merchán et al., 2010)

En los casos en los que las tortugas lleguen muy débiles, pueden ocurrir que necesiten ser mantenidas fuera del agua hasta que tenga más fuerzas y pueda mantener la cabeza fuera del agua para respirar. En estos casos se pueden mantener en zonas acolchadas de las que no puedan escapar, manteniendo su nivel de humedad rociándolas con lubricante a base de agua o utilizando sobre ellas toallas húmedas, controlando siempre la temperatura ambiental de la sala (ver Figura 13, Anexo) (Bluvias, 2008; Merchán et al., 2010).

La iluminación también es un parámetro muy importante a tener en cuenta ya que necesitan luz UVB, indispensable para sintetizar la vitamina D3. El fotoperiodo puede ser artificial, pero no debe exceder las horas del fotoperiodo natural, que serían entre 12-14 horas en el Caribe. Deben de tener zonas de sombra en donde no reciban ni la luz solar en tanques abiertos ni la luz UVB en tanques de interior (Bluvias, 2008) (ver ejemplo Figura 14, Anexo).

Con respecto a la alimentación, esta dependerá de la especie (las tortugas verdes son herbívoras, mientras que el resto son omnívoras). Una vez llega a las instalaciones lo primero que se hace es estabilizar los electrolitos del animal, mientras que el volumen de alimento y calorías debería de ir incrementándose por semanas. Debido a que estos animales son capaces de rechazar un cambio de dieta, se les debe de dar una dieta variada, saludable y balanceada desde el principio, y luego se van cambiando las proporciones de cada componente si es necesario. Generalmente se emplean vegetales locales mezclados con pescado e invertebrados como calamares, cangrejos o camarones. La proporción Ca:P necesaria en la dieta no está determinada en ninguna de las especies de tortugas marinas, pero lo que se suele hacer es emplear alimentos con proporciones 1:1 o 1:2, o incluso aquellos que suelen encontrarse en la dieta normal de la especie (Bluvias, 2008; Merchán et al., 2010).

Patologías más frecuentes

Entre las afecciones más frecuentes que pueden padecer estos quelonios encontramos:

  • Traumatismos, en los que se engloban traumatismos craneales, fracturas de varias zonas del cuerpo, laceraciones, etc., que son provocadas principalmente por golpes contra barcos, depredadores o enredos en redes de pesca entre otras. Ante estas lesiones primero se examinan con diferentes técnicas para ver su gravedad (exploración física, radiografías, etc.) y luego se pauta el tratamiento correspondiente (Girling & Raiti, 2019; Merchán et al., 2010). Las heridas se tratan como cualquier otra especie (con la salvedad de que se tienen que proteger del agua), realizando limpiezas periódicas agresivas para eliminar el tejido desvitalizado y aplicando posteriormente antibiótico en pomada. En el caso de que haya fracturas inestables, se puede estabilizar con diferentes materiales (puentes de resinas epoxy y fibra de vidrio, placas de osteosíntesis, etc.) y se aplica silicona o lanolina para impermeabilizarlas (Merchán et al., 2010).
 
  • Problemas gastrointestinales por ingestión de anzuelos o desechos marinos, como pueden ser plásticos, aceite o alquitrán. Esto se debe a que aquellas que tienen un tamaño considerable pueden provocar irritación en la mucosa, laceraciones o perforaciones tras su paso por el sistema digestivo. Para su diagnóstico se emplean técnicas como la radiografía y la endoscopia y, dependiendo de la gravedad, se llevan a cabo desde procedimientos no invasivos a cirugías (Girling & Raiti, 2019).
 
  • Fibropilomatosis, que es una enfermedad de origen multifactorial causada por un virus (herpervirus), parásitos y contaminantes marinos. Afecta principalmente a la especie de tortuga verde y tortuga boba, aunque actualmente se están viendo otras especies con esta patología. Se caracteriza por la aparición de proliferaciones en la piel de aspecto grisáceo con aspecto de coliflor que aparecen en las axilas, párpados, ojos o cara, aunque también se observó en caparazón y cola (ver Figura 15, Anexo). Se sabe que los individuos con el sistema inmunológico deprimido están más predispuestas a sufrir la enfermedad (Merchán et al., 2010). Como tratamiento principal se suelen dar fluidos, antibióticos y soporte nutricional, y se llevan a tanques de cuarentena para evitar contagios. La cirugía láser con CO2 es la más empleada para eliminar estos tumores ya que es una forma rápida y no provoca que el animal sangre mucho. Una vez que las heridas se curan y no regresan los tumores en esas zonas, la tortuga puede volver a reintroducirse (Girling & Raiti, 2019).
 
  • Aturdimientos por frío o hipotermias severas, que ocurren cuando la temperatura del agua desciende por debajo de los 10oC. Los animales que las padecen son incapaces de nadar y bucear, por lo que se encuentran inmóviles flotando en la superficie. Otros síntomas en los más graves son letargia, poca respuesta a estímulos externos y bradicardia. También se encontraron animales con deshidratación, úlceras en las córneas y lesiones en piel y caparazón. Complicaciones secundarias como neumonía u osteomielitis son frecuentes y aparecen a las semanas. El tratamiento en estos animales consiste en elevar poco a poco la temperatura corporal hasta los 24oC (alrededor de 3oC/día), profilaxis antibiótica, fluidos y soporte nutricional. Los antibióticos no deberían de empezar a darse hasta que el animal no alcance los 20oC de temperatura corporal (Girling & Raiti, 2019)
 
  • Daños por proliferaciones de algas, debido a las toxinas que producen. Entre las más habituales se encuentra la especie de dinoflagelado Karenia brevis, que afecta al sistema nervioso del animal, aunque el grado de gravedad varía entre especies. Así, en las especies de tortuga de Kemp y tortuga verde los síntomas son más suaves, como balanceos de cabeza o movimientos esporádicos del cuerpo, mientras que en la tortuga boba son muchos más graves, incluyendo desde una letargia general al coma, prolapso de la cloaca o el pene o edema. El tratamiento también es más sencillo en las dos primeras especies, ya que quitándolas de la zona en donde se encuentra la toxina es suficiente, mientras que la tortuga boba necesita un tratamiento más intensivo con diferentes fármacos (Girling & Raiti, 2019).
 
  • Parásitos, tanto extracelulares como intracelulares. Entre los externos encontramos sanguijuelas del género Ozobranchus, ácaros (como la especie Vatacarus ipoides) o artrópodos (como la especie Planes minutus). También se observan percebes o barclanas comensales en la zona del caparazón. Con respecto a los parásitos internos, el número de estos es mucho mayor, afectando al sistema digestivo, respiratorio y circulatorio. Entre los más habituales se encuentran trematodos (como la especie Lophotaspis vallei en el esófago o Cymatocarpus spp. en musculatura), cestodos (Ancistrocephalus spp.) y nematodos digestivos del grupo de los áscaris, oxiuros y cucullanoides. El tratamiento se corresponde con su extracción o uso de antiparasitario correspondiente (Merchán et al., 2010).

Programa de medicina preventiva y fármacos prohibidos

No existen vacunas para tortugas marinas ni tampoco desparasitaciones pautadas necesarias. Tampoco existen evidencias de fármacos que no pueden ser administrados a estos animales.

Conclusión

Las tortugas marinas se encuentran muy amenazadas hoy en día debido principalmente a causas humanas, como el cambio climático o la pesca. Por ello, si nos encontramos una tortuga que necesite asistencia veterinaria, es muy importante saber los pasos a llevar a cabo para su posible recuperación y reintroducción. Entre estos conocimientos destacan a forma de manejarla y transportarla, las instalaciones donde se mantendrán durante su recuperación (salindad, temperatura, iluminación, etc.) así como hacer un correcto diagnóstico para poder darle el tratamiento adecuado. También es significativo determinar cuál es la especie con la que estamos trabajando y su estado de desarrollo, ya que las condiciones de hospitalización, la alimentación o el tratamiento pueden variar de unos individuos a otros.

Bibliografía

Biton Porsmoguer, S. (2009). Biologia de las tortugas marinas e incidencia de la pesca de arrastre en su conservacion en el Mediterraneo y Golfo de Cadiz. Asociación Chelonia.

Bluvias, J. E. (2008). Marine turtle trauma response procedures: a husbandry manual.

Castro, A. (2016). Manual de conservación y manejo de tortugas marinas para pescadores. Monografías de la Asociación Chelonia. Vol. XII. Madrid (España). 96 p. ISBN: 978-84-617-6296-5.

CITES (2023). Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora. https://cites.org/eng

Divers, S. J., & Stahl, S. J. (Eds.). (2018). Mader’s reptile and amphibian medicine and surgery. Elsevier Health Sciences.

Doneley, B., Monks, D., Johnson, R., Carmel, B., & Wiley, J. (Eds.). (2018). Reptile medicine and surgery in clinical practice (pp. 425-439). Oxford, UK: Wiley Blackwell.

Girling, S. J., & Raiti, P. (2019). BSAVA manual of reptiles (No. Ed. 3). British small animal veterinary association.

Hochscheid, S., Bentivegna, F., & Hays, G. C. (2005). First records of dive durations for a hibernating sea turtle. Biology letters, 1(1), 82-86.

IUCN (2023). The IUCN Red List of Threatened Species. https://www.iucnredlist.org/es

Merchán, M., Bitón, S., Tomás, J., Martínes-Silvestre, A., Parga, M., & Aguilar, M. (2010). Tortugas marinas de la comunidad valenciana: conservación y manejo clínico (No. 639.248 TOR). 18

O’Malley, B., Laborda Val, J., Gil García, J., & Catalan, R. (2007). Anatomía y fisiología clínica de animales exóticos. Zaragoza: Servet.

Perpiñán, D. (2017). Anestesia y analgesia en reptiles. Selecciones veterinarias. https://www.seleccionesveterinarias.com/

Wyneken, J. E. A. N. E. T. T. E., Mader, D. R., Weber, E. S., & Merigo, C. O. N. S. T. A. N. C. E. (2006). Medical care of sea turtles. Reptile medicine and surgery, 972-1007.

Anexo

Tabla 1. Clasificación desde nivel de filo a especie de las especies de tortugas marinas de la familia Cheloniidae (tomado de la web de la IUCN).

Nivel Taxnonómico Nombre
Filo Chordata
Clase Reptilia
Orden Testudines
Superfamilia Chelonioidea
Familia Cheloniidae
Género Lepidochelys, Eretmochelys, Natator, Chelonia, Caretta
Especie Lepidochelys kempii, Lepidochelys olivacea, Eretmochelys imbricata, Natator depressus, Chelonia mydas, Caretta caretta

Tabla 2. Clasificación desde nivel de filo a especie de las especies de tortugas marinas de la familia Cheloniidae (tomado de la web de la IUCN).

Nivel Taxnonómico Nombre
Filo Chordata
Clase Reptilia
Orden Testudines
Superfamilia Chelonioidea
Familia Dermochelyidae
Género Dermochelys
Especie Dermochelys coriacea
morfología de las tortugas marinas

Figura 1. Características morfológicas de cada especie que ayudan en su identificación (Tomado de Wyneken et al., 2017).

Lepidochelys kempii

Figura 2. Fotografía de la especie Lepidochelys kempii (tomado de la web de la IUCN).

Figura 3. Fotografía de la especie Lepidochelys olivacea (tomado de la web de la IUCN).

Fotografía de la especie Eretmochelys imbricata (tomado de la web de la IUCN).

Figura 4. Fotografía de la especie Eretmochelys imbricata (tomado de la web de la IUCN).

Fotografía de la especie Natator depressus (tomado de la web de la IUCN).

Figura 5. Fotografía de la especie Natator depressus (tomado de la web de la IUCN).

Figura 6. Fotografía de la especie Chelonia mydas (tomado de la web de la IUCN).

Fotografía de la especie Caretta caretta (tomado de la web de la IUCN).

Figura 7. Fotografía de la especie Caretta caretta (tomado de la web de la IUCN).

Figura 8. Fotografía de la especie Dermochelys coriacea (tomado de la web de la IUCN).

Transporte de una tortuga marina con una red (tomado de Bluvias, 2008).

Figura 9. Transporte de una tortuga marina con una red (tomado de Bluvias, 2008).

Figura 10. Caja transportadora de plástico (tomado de Bluvias, 2008).

Mantenimiento en seco en piscinas para niños (tomado de Bluvias, 2008).

Figura 13. Mantenimiento en seco en piscinas para niños (tomado de Bluvias, 2008).

Instalaciones a cielo abierto (tomado de Bluvias, 2008).

Figura 14. Instalaciones a cielo abierto (tomado de Bluvias, 2008).

Este sitio utiliza cookies para asegurarte una mejor experiencia en nuestra web.